Las historias como esta suelen narrarse en un género mucho más épico del que suele recogerse en un simple diario. Aunque ni siquiera un diario es simple si pertenece a un inquisidor del Santo Imperio de la humanidad.
He vivido muchos años. He investigado en centenares de sistemas. He luchado contra todas las razas conocidas en esta galaxia. He ejecutado a hombres que eran leyendas por derecho propio por negarse a obedecer mi voluntad. He declarado Exterminatus en más mundos de los que me gusta recordar. Pero también he ejecutado hombres buenos por pecados que no cometieron. A veces sin saberlo. Otras...
He perseguido al hereje, al mutante y al alienígena por toda la galaxia durante más de doscientos ochenta años. A petición propia, mi Ordo ha tenido a bien concederme un destino fijo. Soy el Inquisidor Supremo de todo el sistema Naolous. No es un gran título, a pesar de todo. Un sistema fronterizo con la nada. 4 mundos. Solo 2 habitados, por ahora.
Ya no hago trabajo de campo. Para eso tengo subalternos. Languidezco en mi despacho recibiendo informes poco interesantes sobre contrabando, vandalismo sospechoso y visitas de grandes personalidades al sistema. O mejor dicho, personalidades que se tachan de grandes. Es una vida tranquila para un cuerpo viejo y cansado.
Pero soy perro viejo. Dicen que más sabe Tzeencth por viejo que por clarividente. De entre la avalancha de informes que llegan a la central inquisitorial en Alonis, algunos llaman mi atención. Toda una vida detrás de herejes, mutantes, traidores y xenos te hace ver cosas donde parece que no las hay, aunque esta vez la perspectiva es distinta. Son ellos los que vienen a mi. Informes de los Arbitres, informes de la flota, informes del coro psíquico primario aquí en Alonis, informes de las FDP... Llegan mezclados con una auténtica barbaridad de basura. Un violador en el distrito norte que aterroriza a la población sin que los Arbitres consigan dar con él, una banda de asesinos en los barrios bajos que mata sin compasión, una secta imperialista que capta cada vez más adeptos, turbulencias en la disformidad que dificultan las comunicaciones astropáticas, una solicitud de asistencia militar por parte del mechanicum en Naolous Tertius, plagas en cultivos de medio Naolous Secundus, rumores sobre avistamientos de monstruos en los estratos inferiores de Alonis, un aumento exponencial del calentamiento global de Naolous Prime, la visita de un compañero inquisidor interesado en los ataques a pequeñas aldeas de Naolous Secundus a las que yo mismo ya he enviado al 513º de Ballhaut a investigar y al que le he asignado para su propia seguridad, un aviso por otra corriente de escoria estelar procedente de la cola de un asteroide que cruzará el sistema y para la que ya se ha dado aviso a la flota...
Cientos de informes, miles a la semana... Pero yo se donde mirar. Tengo mi atención puesta en esos ataques en Naolous Secundus. No son de una manada de animales salvajes. No son demonios, por mucho que se empeñe Horvar, mi camarada de Ordo. Me temo lo peor y por eso he mandado a la Guardia allí.
Pero Horvar puede no estar del todo equivocado. El coro psíquico cada vez tiene más dificultades para penetrar en la disformidad. Esta se revuelve como solo lo hace cuando esta quiere romper la barrera que le separa de la realidad.
Tengo mi propia teoría para Naolous Secundus, pero la disformidad es otra cosa. No poseo el don del toque psíquico, pero si tengo un 6º sentido que me eriza los ralos pelos de mi nuca cuando algo no va bien. Y dentro de mi cabeza empiezan a volar las piezas de un rompecabezas que puede que no llegue a terminar.
Precisamente ahora, pensando en todo esto, mientras trato de filtrar los informes importantes de los que no lo son, mientras trato de asignarles una prioridad y un nivel de amenaza, mi segundo, mi mano derecha, entra en el despacho a la carrera dando un portazo y con la cara desencajada. ¡Qué impropio de un inquisidor! Antes de que articule palabra, me impongo a su impulso.
- ¡Basta! Contrólese, Griemov. Va a darle un infarto. O peor, conseguirá que me de a mi. Arreglese, tranquilícese y cuénteme qué ha hecho perder el control a un futuro inquisidor de renombre. - Es un buen hombre, un magnífico investigador y tiene corazón de guerrero, pero aún no es un inquisidor. Se plancha el traje negro, se recoge el pelo largo en una cola de caballo que había perdido su forma y respira hondo. No he pasado por alto la placa de datos que aferra con una de sus manos hasta el punto de perder el riego en los nudillos.
- Mi señor. - Inclina la cabeza a modo de saludo. No hay vergüenza en su rostro. - Un informe de la flota. - Me alcanza la placa de datos. Mientras me conecto a la placa con el pequeño cable que saco de la vieja carne de mi antebrazo, comienza a relatarme su contenido, pero acabo de recibir toda la información antes de que él haya llegado siquiera a la mitad.
- ¿Lo han comprobado? ¿Cómo se les ocurre?
- Lo sé señor, no tenían ninguna oportunidad.
- ¿Y no sabemos donde están ahora?
- No señor. Todas las naves de avanzada que patrullan el punto de salto del sistema fueron abatidas. Parece que el enemigo no las destruyó. Solo las inmovilizó. Fueron asaltadas una a una. La información es incompleta pero el coro ha puesto a trabajar a todos los astrópatas. Están seguros de la identificación de la nave.
- ¿El Capítulo Apocalipsis? ¿Aquí? - Me conecté a la base de datos inquisitorial a través de mi altar de datos con mi conexión y cerré los ojos un momento para ordenar mis ideas. Sí, puede que tuviera sentido. Son asesinos sanguinarios predominantemente khornitas, adoradores de la sangre y los cráneos. Cuadra con sus actos, asaltar 3 fragatas de patrulla en vez de volatilizarlas con la fuerza de un crucero de asalto.
- ¿Órdenes? ¿Informo al coro de que lance una llamada de auxilio? En mi opinión la flota del sistema podría no ser suficiente para darle caza ahora que no sabemos donde está.
- Por supuesto. Informe a la central inquisitorial del Sector y alerte a los camaradas que estén en el rango de acción. No es momento de heroicidades. Además, me temo que no es nuestro único problema.
- ¿Naolous Secundus?
- Si.
- ¿Algún culto desatado?
- El Emperador no lo quiera, pero creo que no es una banda descontrolada ni los demonios que anda persiguiendo Horvar. Pero ya lo veremos. Encarguemos de los problemas de uno en uno.
Un crucero de asalto cargado de asesinos sobrehumanos embutidos en armaduras potenciadoras de su increíble físico y que no podemos localizar ya es un problema bastante serio para todo un sistema estelar... Pero no iba a ser el único, solo el primero. Y como para confirmar mis sospechas, nuevos informes de contactos con naves desconocidas llegaron a mi despacho. El incidente en la frontera del sistema hizo más exhaustivos los escaneos espaciales. Una pequeña flota fue detectada en órbita alrededor de Naolous Tertius. Me pareció increíble que toda una flotilla de naves hubieran pasado desapercibidas hasta posicionarse en órbita sobre un planeta de este sistema. Hasta que supe quienes eran. Marines espaciales. De los leales.
Una buena noticia en principio. Una fuerza capaz de lidiar con la amenaza del capítulo apocalipsis. Pero lejos de tranquilizarme, sumó otra variable a la situación. Ángeles Oscuros. Unos de los capítulos más herméticos de los que me he encontrado en mi extensa carrera. Correctos pero poco serviles y con una aversión poco disimulada hacia la inquisición. Leales hasta la médulas, o eso dicen, pero con una clara determinación en la que poco se puede influir. Si creen que hay que hacer algo, lo hacen y que el Emperador te proteja si te pones en su camino. Uno de los capítulos con más investigaciones abiertas por la inquisición por incidentes con daños colaterales. Con todo el tacto del que fui capaz de reunir, teniendo en cuenta que no estoy acostumbrado a necesitar utilizarlo, envié un mensaje a su capitán, un tal Hermano Espinetiel. Como cabría esperar, y sin que ello hiciera que fuera menos frustrante, la solicitud de la puesta a disposición de la Inquisición de su fuerza de combate fue desestimada por su parte aludiendo a que se encontraban en mitad de una misión de rescate en el planeta. La expedición del mechanicum perdida. Si, lo tenía almacenado entre las amenazas en potencia. El mechanicum tiene su propia fuerza de combate, es un hecho singular que solicitara la ayuda del Astra Militarum, si bien, por recomendación mía, su solicitud tendría que esperar hasta que se esclareciera el tema de las ataques en Secundus. Al fin y al cabo, Tertius no cuenta con población colonial aún. Que el Mechanicum se las arreglara por su cuenta por ahora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario