En el viaje a la órbita estudio los últimos y abundantes informes que van llegando a la central inquisitorial. No se que demonios está ocurriendo pero es como si toda la galaxia estuviera convergiendo en este sistema. ¿Necrones en Naolous Tertius? Que el Emperador maldiga a esos adeptos por despertar semejante peligro. En un planeta en el que llevábamos años trabajando para poder colonizarlo... Y encima parece que los Ángeles Oscuros, que no permitieron a la flota del sector intervenir, han salido escaldados. Aunque no lo tengo claro porque evidentemente no nos han comunicado nada.
¿Naolous Secundus? Mis peores temores se hacen realidad. Ni bandas ni sectas ni cultos ni demonios... Xenomorfos. De la peor clase. Puede que su sola presencia implique que este sistema está perdido. ¡Qué el Emperador nos proteja si esto no son restos de una infestación anterior y solo es la punta de lanza de una nueva flota enjambre! Al menos mi colega Horvar sobrevivió al asalto a esa aldea. He movilizado al 513ª de Ballhaus para defender los principales núcleos de población de Secundus, pero si los ataques suben de intensidad no darán a basto. Un contingente de Caballeros Grises acudió al rescate... Buenos contactos los de Horvar. Son fundamentales para llegar a algo en la Sagrada Inquisición de la Humanidad.
Por el ojo de buey veo acercarse la plataforma de defensa orbital. Tengo mucho que leer aún, aunque muchas cosas las voy a poder estudiar de primera mano. Ahora que estamos cerca se pueden ver algunos de los estragos que ha causado el ataque. La gran estructura en la que estaba la sala de mando de la plataforma es una masa informe de chatarra y escombros. El comandante de la plataforma murió dentro junto a buena parte de la estructura jerárquica de la misma. Todavía hay cadáveres en la superficie de la plataforma. Sobrevolando la zona a baja velocidad en la última maniobra de acercamiento veo a los sacerdotes del regimiento encargándose personalmente de santificar los cuerpos antes de que los auxiliares sanitarios los retiren. ¡Qué el Emperador los tenga en su gloria!
La nave finalmente atraca en un hangar. Al pie de la escalinata del Arvus me espera el nuevo comandante de la plataforma. Se cuadra al verme como si le fuera la vida en ello:
- Saludos, Lord Inquisidor... - Rechazo su torpe intento de conocer mi nombre
- Descanse, Comandante. Le va a dar un tirón o algo. - Miro hacia afuera del hangar donde hay equipos de trabajo por todos lados reparando los daños. - ¿Cómo van las reparaciones?
- Estamos trabajando al límite de nuestras posibilidades. La plataforma fue moderadamente dañada. No hubo batalla espacial. Nuestros escudos nos habrían dado tiempo de armar las defensas que habrían borrado del vacío su nave. Lo peor fue que consiguieron llegar a la Sala de Mando. No la asaltaron. La destruyeron desde fuera. La fundieron y se vino abajo. No hubo ningún superviviente. Casi 100 vidas se perdieron en un momento. Sin contar con los Guardias que se habían desplegado para defenderla. ¿Qué ocurrió? ¿Como es posible que no se nos avisara del ataque?
- Comandante... - Mi mirada gélida le hace palidecer. - No creo que eso fuera una crítica ¿Verdad? La disformidad anda revuelta y no solo eso. Hay otros “eventos” desarrollándose en este momento en el sistema. - Comenzamos a andar dirigiéndonos hacia las tripas de la plataforma. - Se han avistado tiránidos en Secundus. Hay necrones en la superficie de Tertius y el Mechanicum no puede hacerles frente. - La cara del comandante se va poniendo cenicienta y comienza a transpirar.
- Y los marines traidores...
- Marines traidores que quiero examinar personalmente.
- Por supuesto, Lord Inquisidor. Los tenemos aquí mismo.
Llegamos a una gran sala anexa al hangar. En la puerta montan guardia varios soldados de élite de la Guardia. Se apartan al ver mi identificación y abren la puerta. Desde dentro sale un olor nauseabundo. Caos. Sin lugar a dudas. Hago un gesto al Comandante para que no nos acompañe al interior. Antes de cerrar las puertas, doy instrucciones para que nadie moleste a mi equipo hasta nueva orden.
Hay 10 formas voluminosas en el centro de la sala. Alineadas. Cubiertas por lonas. No parece tanto una forma de respeto a los muertos como una forma de ocultarlos. Mi equipo se despliega. Toman lecturas biológicas, de radiación... Dos de mis subalternos son psíquicos y están trabajando en proteger al resto del equipo de la mácula del caos. Me acerco a la primera figura. Es un Marine, sin duda. Su armadura sin embargo es una colección de cicatrices, escoria y óxido. Del pecho, por una enorme grieta se ha vertido una gran cantidad de sangre oscura y nauseabunda. Hace tiempo que estas cosas dejaron de afectarme, pero sigue siendo repulsivo pensar que esto hace tiempo fuera un hombre y que ahora por sus venas corrieran torrentes de corrupción tan asquerosa.
La siguiente figura carecía de casco. Lo habría perdido en el combate o simplemente no lo llevaría. Su cara era abominable. Una colección desigual de pústulas que casi tapaban sus ojos y una lengua que sobresalía demasiado de una boca oscura y que olía a productos químicos. El resto de marines tenían mutaciones similares. Cuernos, colmillos, garras, pústulas sanguinolentas, tentáculos, escamas... Aunque esencialmente aún era marines.
Lo que estudio son sus símbolos. Muchos eran de consagración a alguno de los cuatro grandes poderes oscuros. Otros que no reconocía y uno presente en el de todos los cadáveres. La calavera del Capítulo Apocalipsis. No cabe duda. Y no son una formación de avanzadilla. Por las descripciones de los informes, el propio Señor del Capítulo podría haber liderado este ataque. Un principe demonio, nada menos, consagrado a Khorne.
Mientras mi equipo continúa sus estudios, salgo de la sala anexa. El Comandante de la plataforma se vuelve a cuadrar hasta casi partirse la espalda. Le hago un gesto y se apresura a acompañarme.
- Comandante, desaloje del personal no imprescindible del hangar. Están de camino unos invitados especiales y no les gustan las multitudes. - El comandante parece extrañado pero se apresura a transmitir las órdenes por el vox de su hombro. - Usted me acompañará, pero no abrirá la boca salvo que le pregunten expresamente. ¿Queda claro? - A pesar de que se le ve ofendido, asiente.
- Si, mi Lord.
Cuando llegamos al hangar, apenas se ve movimiento. Dos de mis guardias personales se encuentran al pie de mi Arvus custodiando la entrada, pero aparte de eso, solo algunos servidores autómatas rompen el silencio del hangar.
Una aeronave se acerca a alta velocidad al acceso del hangar. Con pericia, el piloto la dirige hasta el punto de aterrizaje y con increíble precisión, como si la hubiera adquirido en miles de batallas. La Stormraven toca suelo a la vez que comienza a abrir el portón delantero. El impacto del portón contra el suelo levanta un espasmo en el Comandante. Ha comprendido que va a verse cara a cara con marines espaciales. Si supiera qué clase de marines espaciales son, puede que no fueran solo nervios lo que sitiera.
- Mantenga la compostura, Comandante. Compórtese.
- ¿Son marines espaciales?
- Por supuesto.
- ¿De qué Capítulo? ¿Son Ultramarines? - No puedo evitar una mueca de desdén
- No, y no pregunte. Hay secretos que es mejor no conocer.
Una voluminosa figura sale de la penumbra de la aeronave. En su armadura de exterminador, el Gran Maestre Valdar Aurikon, de la 3ª hermandad de Caballeros Grises, desciende con lentitud estudiada por la rampa y avanza hasta encontrarse frente a mi. Me dobla en altura y seguramente, con el equipo completo, pese unas diez veces más que yo.
He contactado con él tras enterarme de que está en el sistema a petición de mi colega Horvar, a quien también he convocado. Han atendido mi petición de audiencia con extrema educación. No puedo decir lo mismo de todos los “invitados” del sistema.
- Lord Inquisidor Haegar.
- Gran Maestre Valdar Aurikon, le agradezco la prontitud con la que ha respondido a la solicitud de ayuda.
- Es mi deber, Lord Inquisidor. He jurado proteger la humanidad con todas mis fuerzas. Y parece que la situación aquí es digna de nuestra presencia. El inquisidor Horvar. - hace un gesto amplio con la mano enguantada y de la Stromraven sale una figura alta y delgada enfundada en un mono negro ceñido y con un abrigo raído de aspecto pesado. A un lado cuelga un sable de magnífica factura. Al otro una cartuchera de la que asoma una pistola de diseño xeno.
- Camarada. - Dice, a modo de saludo. - Me alegro de conocerle. Su fama le precede.
- No crea nada de lo que dicen de mi. Al menos no lo bueno. - Respondo a su halago. El Gran Maestre nos interrumpe con un carraspeo. Un carraspeo que en ese pecho parece un trueno.
- Mis señores Inquisidores. El tiempo apremia. - Se detiene y mira fijamente al comandante de la plataforma que se arruga dentro de su uniforme ante el escrutinio. - ¿Podemos hablar con libertad?
- Este es el Comandante Halbrind, a cargo de la plataforma de defensa orbital Nexus I. Es, después del Comandante del Regimiento 513º de Ballhaus y junto a los Comandantes de las fuerzas planetarias de Naolous Prime y Secundus, la mayor autoridad militar del sistema.
- Comandante. - Dijeron al unísono los dos visitantes.
- Es un placer, caballeros. - Quizá no fue la mejor fórmula para saludar, pero lo hizo dignamente. No podía haber ascendido hasta ser el comandante de la plataforma, un continente por derecho propio y con armamento como para defender un planeta, siendo un manojo de nervios.
- Como decía, Lord Inquisidor - prosiguió Valdar Aurikon - el tiempo apremia. Aunque las sospechas sobre Naolous Secundus de mi amigo Horvar no fuesen del todo acertadas, hemos descubierto un temible enemigo.
- Tiránidos, si. ¿Habéis recuperado algún organismo? ¿Sabemos a qué flota enjambre pertenecen? ¿Cabe la posibilidad de que fueran restos de la infestación genestealer que arraigó en Prime hace años? - Horvar tomó la palabra.
- No pudimos tomar muestras... Solo gracias a la providencial intervención de la 3ª hermandad conseguí salir vivo de allí. Y no, me temo que no se trataba de una infestación genestealer, o al menos no solo de eso. Había organismos de vanguardia. No solo genestealer, que ya de por sí son una amenaza. No se cuan familiarizado está con los genotipos fijos tiránidos, Lord Haegar, pero al menos distinguimos Lictors, Harpías, una criatura Térvigon y gárgolas, a parte de los genestealers. Es posible que una negligencia en la purga de la infestación haya atraído hasta aquí algo mucho peor.
- Y no solo eso - Le interrumpió el Gran Maestre - Los signos que atrajeron nuestra atención son preocupantes y no tienen nada que ver con los tiránidos. La disformidad se retuerce alrededor del sistema Naolous.
- Los marines traidores. - concluyo - No puede ser una casualidad que hayan aparecido aquí en este momento. Este sistema se encuentra en peligro. Gran Maestre, necesitaré de todas las fuerzas disponibles para mantenerlo en la luz del Emperador.
- Cuente con nosotros, Lord Inquisidor.
- Me pongo a su servicio, Lord Haegar. - Se sumó Horvar.
- Hay otro contingente imperial en el sistema.
- Ángeles Oscuros. La Sésamus Oscurus, bajo el mando, seguramente, de Espinetiel. Tiene fama de “reservado”.
- Eso, Gran Maestre, es un eufemismo. Todos los Ángeles Oscuros con los que me he topado son reservados. Espinetiel ha estado actuando por libre hasta ahora. Sin comunicar su presencia a las fuerzas locales, ni atendiendo a mis peticiones. Quizá si mi próxima transmisión tuviera un poco más de “presencia” podríamos sumarlos a nuestras fuerzas operativas, Gran Maestre...
- Entiendo.
- Perfecto. - me giré hacia el Comandante Halbrind- Comandante, necesitamos una sala de comunicaciones privada y comunicación con la Sésamus Oscurus.
- Inmediatamente, mi Lord.
Nos dirigimos discretamente a una sala no muy alejada del hangar. Halbrind se preocupó de que sus hombres despejaran toda la ruta para mantener la privacidad del encuentro. Los Caballeros Grises son muy celosos en lo que respecta a su privacidad.
En la Sala de comunicaciones un solo operador se encontraba trabajando sobre una gran consola. se quedó petrificado al vernos entrar, incluído el enorme marine espacial que tuvo que agacharse para entrar por el dintel de la puerta. Un carraspeo de su Comandante le devolvió a la actividad. En pocos segundos teníamos un canal seguro con la nave de los Ángeles Oscuros.
Me aseguré de que nuestra emisión estuviera bien montada. En primera instancia estaba yo, flanqueado a poca distancia por la figura del inquisidor Horvar, que se preocupó de dejar bien a la vista su holotatuaje facial del ordo Malleus y por el Gran Maestre Aurikon.
- Active la comunicación, operador. - Este hizo un gesto de asentimiento. En en videoproyector de la pared frontal de la sala apareció un enorme primer plano del Comandante Espinetiel. Estuvo a punto de conseguir suprimir por completo su sorpresa al ver a un Caballero Gris junto a mi. Casi lo consiguió. - Saludos, Comandante Espinetiel. Mi nombre es Haegar Malistrom, Inquisidor Supremo del sistema Naolous. Este es mi colega, Horvar Krofchev, Inquisidor del Ordos Malleus y este es el Gran Maestre Valdar Aurikon, de la tercera Hermandad de los Caballeros Grises. - Dejé premeditadamente a Halbrind fuera de plano ya que sabía que ningún comandante local impresionaría a un Marine Espacial.
- Señores - Fue su austero saludo, acompañado de un gesto marcial.
- Comandante, me han informado de que en Naolous Tertius han encontrado a un enemigo ancestral.
- Así es, Inquisidor. Necrones. Acudimos en respuesta a una solicitud de socorro por parte del Mechanicum local. Su información fue muy inexacta y eso le ha costado la vida a varios de mis hombres.
- Me consta, Comandante. - Tuve buen cuidado de no recordarle que podría haber contado con apoyo de la flota. No queríamos enfadarle. - Sin embargo, me temo que no son el único problema que tenemos. Mis colegas aquí presentes han descubierto presencia tiránida en Naolous Secundus y no solo eso. La plataforma de defensa orbital de Naolous Prime ha sido atacada por marines traidores. El 513ª Regimiento de Ballhaus ha conseguido repeler el ataque, pero la nave consiguió escapar utilizando la disformidad tanto para el ataque como para su retirada.
- ¿Marines Traidores? ¿Se les ha identificado? - Parece que al fin conseguí captar su atención.
- Los datos aún son confusos. Estamos estudiando las bajas que los traidores dejaron atrás, pero parece que puede tratarse del Capítulo Apocalipsis.
- Dispongo de una pequeña flota que podría dar caza a esa nave. Proporcioneme todos los datos de los que disponga y le traeré la cabeza de todos y cada uno de esos perros traidores.
- Será un placer, Comandante.
- Espinetiel fuera. - Y la imagen quedó en negro.
Me quedé un segundo pensando.
- Pues no ha sido tan difícil. - Interrumpió Horvar, tan sorprendido como yo. - No ha sido el hostil hijo del León que nos contó.
- No se lo que ha pasado. No creo que haya sido vuestra presencia lo que ha motivado su cambio de actitud, pero tampoco es algo que me vaya a hacer perder el tiempo. Tenemos un nuevo aliado que nos ayudará a salvar este sistema del desastre.
- Así sea. - Confirmó Aurikon. - Lord Inquisidor, pongo mis fuerzas a su servicio.
- Gracias. Su ayuda se me antoja inestimable en esta situación. Me temo que, aunque supongo que preferiría indagar en la cuestión que atrajo su atención en origen sobre este sistema, actualmente, con el 513º de Ballhaus repartido por todo el sistema en apoyo de las fuerzas planetarias, los necrones en Tertius son la amenaza a la que me es más difícil hacer frente.
- De acuerdo. No obstante, solicito permiso para que un pequeño equipo de investigación se desplace con total libertad por el sistema. Apoyaré su causa allí donde haga falta, pero mi misión, Lord Inquisidor, es defender a la humanidad de los demonios y prevenir su advenimiento.
- Por supuesto, Gran Maestre. Les daré un salvoconducto inquisitorial de máxima autoridad.
- Perfecto. Parto, pues, hacia Naolous Tertius. Le mantendré informado, Lord Haegar.
- Que la luz del Emperador ilumina su camino, Gran Maestre- Se despidió Horvar.
- Y el suyo, señores. - Y sin más formalidades dio media vuelta y se marchó.
Parto de la plataforma con los restos de los traidores sellados y custodiados por mi equipo embarcamos en mi transporte personal para volver a Naolous Prime. Dejo atrás a uno de mis psíquicos. Será el encargado de revisar las almas de los combatientes en busca de la mácula del caos. Demasiadas veces los valientes soldados caen en la corrupción tras enfrentarse a las fuerzas disformes... Más tarde me enteraré de que el comisariado, a instancia de mi subalterno, ha ejecutado a veintiocho sirvientes del emperador.
Con los Ángeles Oscuros persiguiendo a los marines traidores y con los Caballeros Grises tras los Necrones, puedo centrarme en el que puede que sea el problema primordial. Hay que erradicar la presencia tiránida de Secundus. Las teorías dicen que puede que la presencia tiránida en un planeta atraiga a una flota enjambre al sistema, más que el hecho de que los oganismos de vanguardia sean justo eso, los primeros de un ataque mayor. Cabe, por tanto, la posibilidad de que si purgamos Secundus nada más llegue desde el espacio exterior. En Secundus el 513º de Ballhaus está demasiado disperso. Pero necesitamos conocer el origen de los ataques. Tiene que haber un lugar donde se estén reproduciendo estas criaturas y hay que encontrarlo antes de que sea demasiado tarde. Por ello contacto con la Coronel Mialia del 513º de Ballhaus. Permanece en Naolous Prime organizando las actividades de su regimiento.
Su asistente personal me pasa con ella inmediatamente:
- Lord Inquisidor, Coronel Mialia a su servicio y al de Emperador.
- Coronel. Quería empezar felicitándola por su labor y la de su regimiento. Han respondido con celeridad a mis órdenes y han demostrado su coraje en la plataforma orbital.
- Es un honor, Lord Inquisidor.
- Me temo, sin embargo, que debo solicitarla un esfuerzo adicional. Naolous Secundus. Se que tiene sus fuerzas dispersas por medio el planeta, pero es imprescindible que localicemos el origen de las fuerzas invasoras. Cada vez sus ataques son más frecuentes y audaces. No quiero verme obligado a organizar la defensa de las grandes ciudades y tener que dejar a su suerte a la mayoría del planeta.
- Entendido. Cuento con una pequeña fuerza aérea que puede realizar reconocimientos en las zonas de más difícil acceso. A pesar de lo extensa de la zona donde se están produciendo los ataques, no hay tantos lugares donde pueda esconderse una fuerza de combate.
- Excelente, Coronel. Pero no descuide la defensa de las ciudades.
- Así se hará. - Hace una pequeña pausa pero continúa - Hay unas cuestiones que me preocupan. ¿Hay respuesta ya de la capital del sector?
- No, Coronel. Sin embargo no estamos solos. El capítulo de los Ángeles Oscuros recibió nuestra llamada de auxilio y están dando caza a los traidores que su regimiento rechazó en la plataforma.
- Es un alivio contar con tales fuerzas. Por otro lado, también quería comentarle otro asunto. Por supuesto no cuestiono en absoluto el proceder de la Santa Inquisición, pero el teniente al mando de la fuerza ubicada en la plataforma me informa de que se ha ejecutado a varios de mis hombres que lucharon con valentía.
- Entiendo. Hace bien en no cuestionar los procedimientos de la Inquisición. Ha sido preciso y nadie es más consciente de ello que yo. Espero sus noticias en cuanto a la exploración de Secundus. - Y cierro la comunicación.
A veces es mejor no hablar demasiado de los temas y parecer un hijo de puta desalmado. Hace que a uno lo respeten más y ayuda a evitar dar más detalles de los que son humanamente asumibles.
Me recuesto en mi asiento de vuelta a la capital y trato de conciliar un rato el sueño. No lo consigo. Cada vez que cierro los ojos la sombra del Gran Devorador, el siniestro resplandor de los ojos de una máquina viviente o la sensación del más puro mal se apoderan de mis sueños. Empiezo a asumir que el final de mi larga vida se acerca, aunque solo temo que sea antes de que consiga salvar al sistema de la catástrofe.
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