El Teniente Issel se encontraba en el puesto de mando de la estación espacial para supervisar las defensas orbitales por orden de la Mayor Mialia y tenía un humor de perros.
-"Esa maldita marimacho... ¿Quien demonios se habrá creído para enviarme a perder el tiempo a este agujero infecto? "Supervisar y reforzar las defensas".... Claro, si nos atacan puedo lanzar mi Leman Russ desde un lanzatorpedos para interceptar los navíos enemigos..."
Las medias sonrisas de sus ayudantes, resultaron en muecas de cariz demoníaco cuando las luces rojas de emergencia del puesto de mando comenzaron a parpadear sin previo aviso.
-"Informe de situación" .- exhortó el Capitán Garrel, Oficial en Jefe de la Estación, con voz calmada.
-"4 objetivos aproximándose a toda velocidad. Coordenadas 39'3° Norte 76'6° Oeste. Tiempo para el impacto 3 minutos." - contestó el operario de sensores casi al instante.
-"Carguen el armamento, todos los hombres a sus puestos de combate, tenemos identificación de los objetivos?" .- se escucha ladrar al Capitán en el puente.
-"Los sensores indican que se trata de cuatro cápsulas de abordaje modelo Dreadclaw, señor... Parecen portar las insignias del Capítulo Apocalipsis... Son Marines Traidores, mi Capitán" .- la voz del operario sonaba entrecortada presa del pánico y la sorpresa según comunicaba los datos que iban apareciendo en su pantalla.
-"Cálmese Breuer, maldita sea. Que todo el mundo mantenga la compostura, para esto os alistasteis. Breuer averigüe inmediatamente de dónde han salido esas cápsulas" .- insta Garrel con voz autoritaria.
-"Capitán parecen haber salido de la nad..." .- Breuer parece enmudecer junto a todo el personal de la sala cuando la imponente figura de un Acorazado del Caos Clase Desolador aparece a lo lejos en las ventanas de la sala .- "Mi Capitán..."
-"Activen escudos, desplieguen los escuadrones de cazas y carguen los misiles del 1-10 y del 11-20, el resto de puestos de armamento que esperen mis órdenes. Fuego del 1 al 20 en cuanto estén listos" .- Garrel imparte sus órdenes en rápida sucesión mientras sus hombres se precipitan a llevarlas a cabo .- "Teniente Issel, parece que su Comandante estaba en lo cierto..." .- se gira con expresión replicante hacia él.
-"O tiene una suerte de mil demonios, cuando era más joven yo tenía un reloj que marcaba bien la hora dos veces al día" .- espeta Issel mientras se gira a sus ayudantes .- "Adelantaros y preparad mi vehículo" .- ordena sin vacilación mientras echa mano de su comunicador personal .- "Perros de Ballhaus, os habla vuestro Comandante, preparados para rechazar al enemigo en nombre del Emperador" .- ruge por él mientras le tiende la mano al Capitán Garrel .- "Mantenga a raya a ese engendro traidor, y yo me encargaré de que ninguno de esos bastardos mancille durante demasiado tiempo su juguete con su presencia".
-"Así se hará Teniente. Las cápsulas emergerán a través de la sala 41, cerca de estribor entre este puesto de mando y la sala del reactor, no tengo que explicarle lo que eso supone" .- Garrel estrecha la mano de Issel mientras con la otra forma el signo del aquila .- "Buena suerte, y que el Emperador le proteja".
El Teniente Issel gira sobre sus talones y comienza a recorrer los pasillos de la estación que le separan de sus hombres: -"Sargento Reinosa, tome posiciones junto a sus pelotones frente a la puerta de acceso a la sala del reactor, que el astrópata Gallius y el padre Dinn formen junto a sus hombres; e informe al padre McBrien que necesito que se ponga al frente de los reclutas y mantengan alejados todo lo posible a los intrusos de la Sala de Mando, yo me encargaré de darle fuego de cobertura con los blindados" .- mientras termina de recorrer los últimos metros que le separan de su vehículo siente como los pelos de todo su cuerpo se erizan y el pestilente olor a ozono del campo Geller inunda sus fosas nasales cuando es colapsado durante unos breves segundos, tiempo suficiente para que se abra una enorme fisura en la disformidad por la que emerge una gigantesca figura alada y embutida en una desproporcionada servoarmadura portando un hacha de igual tamaño de la que gotea sangre constantemente .- "Por el Trono Dorado... Que el Emperador nos proteja".
Al tiempo que el gigantesco Príncipe Demoníaco toma pie en el hangar las cápsulas de abordaje del Capítulo Apocalipsis descargan su horrenda carga. Varios transportes Rhino decorados con repugnantes runas y cráneos toman posiciones junto a su líder flanqueados por varias armas pesadas y otros traidores aullantes equipados con retroreactores.
Pero los soldados imperiales se encontraban bien posicionados gracias a la rápida reacción del Teniente Issel y no tardaron en sobreponerse al primer impacto del terror que los traidores representaban.
Como señal de que las hostilidades debían comenzar si querían tener una oportunidad frente al infortunio que se cernía sobre ellos, los blindados abrieron fuego bajo la orden de Issel desplegando una barrera de artillería compuesta de plasma y metralla sobre las filas de los aniquiladores, y no tardaron en unirse a esta cortina de fuego los cañones automáticos de los pelotones de infantería y las armas del chimera que transportaba a sus Veteranos por el flanco izquierdo. De los siete traidores que formaban la escuadra sólo dos sobrevivieron pero decidieron poner terreno de por medio en busca de una mejor cobertura. Envalentonados por semejante espectáculo, apoyados por las bendiciones del astrópata Gallius y exhortados a dar todo lo que tenían por el padre McBrien los reclutas abrieron fuego con sus armas láser sobre el demonio vertiendo su sangre sobre el hangar, pero sin detenerlo ni mucho menos.
Indignado por la insolencia de esos sacos de carne el Príncipe Demonio Khogo da órdenes a sus legionarios para que se aproximen a toda velocidad al enemigo mientras él mismo se lanza impulsado por sus coriáceas alas directo al combate, pero los fanáticos reclutas lejos de dejarse llevar por el instinto de alejarse de semejante monstruosidad abrieron fuego sobre la bestia hiriéndola por segunda vez y frenando su frenética carga.
Testigo de primera mano de lo que acababan de lograr los reclutas gracias a los sensores de su leman russ, Issel ordena a sus hombres empujar con mayor fuerza y tras colocar sus armas en fuego automático los reclutas vacían sus cargadores sobre Khogo que se ve obligado a abandonar el espacio material antes de derramar una sola gota de sangre. El jubilo de las tropas imperiales recorre sus filas mientras los padres McBrien y Dinn tratan de calmarlos. Los pelotones bajo el mando del Sargento Reinosa apoyados por el fuego de los blindados, abren fuego a su vez sobre los Rapaxes del Caos que han tomado cobertura tras unos cajones de suministros en el centro del hangar provocando un par de bajas en la escuadra lo que unido a la visión de su Señor desvaneciéndose en la Disformidad provoca que los traidores se alejen del combate.
Lejos de venirse abajo, los traidores se abalanzan contra las filas imperiales con sus rhinos mientras los rapaxes se reagrupan en torno a su paladín y retornan sus pasos hacia las filas enemigas. Los aniquiladores supervivientes abren fuego sobre el chimera de los veteranos y logran inutilizarlo temporalmente tras cortocircuitar los sistemas propulsores y de armamento. A su vez los legionarios traidores descienden de sus vehículos y mientras una escuadra se pone a cubierto tras su transporte preparándose para poder asaltar posteriormente a sus enemigos, la segunda escuadra abre fuego con sus bolters diezmando las filas de reclutas y abriendo un corredor directo hacia el puesto de mando.
Con los enemigos encima de sus tropas, Issel ordena a sus tropas abrir fuego sobre los marines que se aproximan a la Sala de Mando, pero pese a la potencia de fuego desatada solo dos enemigos caen abatidos y las armas del leman russ de Issel comienzan a sobrecalentarse.
Sedientos de sangre los legionarios siegan las vidas de una docena mas de reclutas y tras liquidar al padre McBrien hacen que estos huyan presas del pánico. Mientras tanto sus hermanos de armas del flanco logran adentrarse hasta el puesto de mando y tras un certero disparo de fusión cerca de los generadores de energía hacen volar por los aires el puesto de mando en una brutal deflagración.
En los instantes finales de la batalla, los pelotones del Sargento Reinosa se traban en feroz combate con los restos de la escuadra de Rapaxes y de los legionarios, y aunque los imperiales pierden varias decenas de valientes soldados en la lucha, logran exterminar a los rapaxes y a varios legionarios mas. Finalmente apenas media docena de traidores salen con vida de la estación orbital regresando a su nave de guerra.
Tras la encarnizada batalla y sin haberse recuperado físicamente de ella, el Teniente Issel recorre el hangar y los restos de la calcinada sala de mando, mientras los servicios medicos comienzan la tediosa y poco gratificante labor de recoger a sus caídos, pero por la divina voluntad del Emperador muchos de esos valientes soldados solo han sufrido heridas leves y tendrán el honor de volver a luchar en nombre de su amado Emperador una vez más. Hoy el destino les ha sonreído.... La jugada de esa maldita marimacho ha salido a las mil maravillas, pero mañana puede que no tengan tanta suerte.
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